Los 10 lanzamientos nacionales del 2018

Cuando se publicó el cartel del Festival Estereo Picnic hace varias semanas, quedó reflejado algo que ya se venía fraguando años atrás y ahora se ve legitimado por el evento más grande que tiene la música colombiana. Ese algo es la aparición de una nueva generación de bandas, con una forma de hacer las cosas muy diferentes a la que caracterizaba ya no buena parte de las maneras de los años noventa o la fase de transición de los 2000, sino orientada al indie a todo lo que da. Bien puede ser desde el modo lo-fi, cediendo a los influjos del noise rock o buscando respuestas en el estilo tan definido que popularizó El Mató A Un Policía Motorizado en los últimos tiempos, pero en definitiva es un momento donde los millenials colombianos se ven más representados que nunca a través del rock. Grupos como Nanook El Ultimo Esquimal, The Kitsch, AppleTree, Nicolas Y Los Fumadores, Quemarlo Todo Por Error, Margarita Siempre Viva, Danta, Cruel Cruel, Mula, Espinoza y varios más que seguro perdonarán algún día este olvido temporal, llevaron aún más lejos eso que pudimos entrever en su momento cuando Telebit, Árbol de Ojos y Diamante Eléctrico aparecieron en el primer plano.

Se hacía necesario “joder” las canciones, probar saliendo un poco del corsé y encontrar una expresividad en el proceso que no los hiciera quedar como meras copias. Y la gran mayoría de estos grupos puede presumir de haberlo conseguido poco a poco durante ese lapso de tiempo.

En consecuencia, la selección de álbumes nacionales del 2018 en THIS IS MUSIC ratifica esa certeza. Es verdad que pasaron muchas más cosas en el año para Colombia. J Balvin se volvió “artista” a los ojos de mucha más gente, varios de los grupos de la generación dorada como Aterciopelados, La Pestilencia, Estados Alterados y 1280 Almas lanzaron nuevos discos y tanto el metal como el punk o la electrónica no se quedaron quietos. Pero al final fue esta sensibilidad que siempre me ha rodeado pero ahora se ha establecido como un punto de referencia ineludible en la historia del rock colombiano la que terminó destacando a la hora de elegir lanzamientos. Dejaron una serie de discos increíbles y toques memorables que plantean ambición, identidad y un momento de inspiración que no se condice frente a la otra serie de realidades que debemos enfrentar en Colombia por estos días.

¿Somos la gran industria de la música que dicen en todas partes? Más o menos. Pero cuando cierran espacios como Lumiere o suspenden conciertos por prejuicios o intereses ajenos a las bandas da la impresión que sólo importan los conciertos de 40.000 personas. Esos chiquitos, los que realmente son termómetro para hablar de cambios, no importan. Y aun así, estas bandas se las ingeniaron para representar un espectro entre muchos que obedecen a esa lógica de los toques pequeños y repletos de sudor.

Una selección de 10 lanzamientos parece injusta, pues muchas cosas quedarán por fuera. Pero los mejores son los mejores. Y para THIS IS MUSIC, estos son los mejores.

Se queda por fuera:

El Nuevo Coyote – Megafauna

El segundo álbum de esta agrupación de Envigado confirma las señas de identidad planteadas con su debut. Una base rítmica repleta de adrenalina con ritmos magníficos, y un aprovechamiento de la catarsis que suele ofrecer la guitarra de Nicolás alternando con los momentos más atmosféricos y misteriosos aportados por su otro guitarrista, Juan Diego, nos dejan con la sensación de que sumaron todo lo que hizo irresistible por un tiempo al indie rock de los 2000, sin ser un émulo estricto de ese estilo. “Se Me Olvida”, “Nada” o “Conejo” bien pueden servir como arquetipo del sonido de El Nuevo Coyote, sin embargo, puedo decir que en vivo destacan mucho más. Todavía se queda corta la energía de su directo frente a lo que proyectan en estudio, pero el ser canciones tan consistentes favorece mucho su causa. Si a eso le sumamos que en realidad fue un álbum que se coló a última hora entre los candidatos, queda claro por qué Megafauna no pudo coronar Top 10.

10. Nanook El Ultimo Esquimal – El Ayuno De Las Causas Imposibles

Comparado sobre todo con sus dos lanzamientos anteriores, El Ayuno De Las Causas Imposibles es un notable avance para la banda bogotana. Un registro más variado que si bien no se aleja del rock crudo y directo que vienen haciendo desde sus inicios, deja claras las intenciones de probar con otras posibilidades sin dejar de tomar las guitarras como punto de partida y, de paso, establecer una conexión más clara con los tiempos que corren en la ciudad y el país, siendo “La Ventana” indudablemente el mejor ejemplo.

En lo estrictamente musical se percibe con su primer adelanto “Quema Las Cortinas” y en canciones como “Vou Vazar!” que Nanook se deja seducir un poco más por la psicodelia que de costumbre. Encontrar que el instrumental “Sua Marmota!” deja espacio a la sensibilidad latina típica de Santana y que incluso hay espacio para incursiones folk en «When Reaper Comes» y “Ni Dioses Ni Astronautas”, deja ver que estamos ante un trabajo más atrevido y menos lineal de su parte comparado con los anteriores, pero siempre con las guitarras adelante y la firme intención de seguir haciendo un “rock urbano”, sin muchos rodeos y con la pasión a flor de piel.

9. Mabiland – 1995

Mabely Largacha, el verdadero nombre de Mabiland, se convirtió desde hace un año aproximadamente en uno de los nuevos prospectos de la música nacional gracias a una voz que sin ser realmente imponente como la de sus referentes Nina Simone o Ella Fitzgerald, conquista invariablemente. 1995 es su primer largo y es una apuesta por el uso del jazz y el soul como puntos de referencia para forjar algo totalmente diferente a lo que acostumbra el panorama colombiano. En los detalles está la clave para explicar el ascenso meteórico de la chocoana, pues apelando a elementos de la world music, alguna incursión en sonidos latinos como el bolero presente en “Vaya Forma” y arreglos muy precisos en las guitarras, los teclados, los vientos o su propia voz ha conformado un repertorio suficientemente versátil para establecer un buen trecho entre el R&B de “Cuanto Más” y la incursión hip hop de “Mala Fama”.

8. Perpetual Warfare – Earthliens

En tiempos donde lo queremos todo para ya (y a menudo podemos obtenerlo), cosas como el esfuerzo, el sacrificio y la disciplina para aspirar a los mayores logros se han relegado a un olvido que repercute en todo aspecto de nuestras vidas. La música no es la excepción, y aunque siempre tuvo filtros para que solo permanecieran en pie quienes más quisieran disfrutar de la recompensa, hoy esa meta al ser más difusa gracias a las prácticamente nulas posibilidades de vivir de la música (ya ni hablar de ser un rockstar como los de los setenta y ochenta) deja más agrupaciones fuera de combate con más rapidez que de costumbre. El dilema entre quedarse con los clásicos o explorar nueva música es una constante, y nunca hay una respuesta definitiva.

Hay un método que no falla, sin embargo, cuando elegimos el camino de la novedad: las recomendaciones de los amigos. En mi caso, debo reconocer que ellos son a menudo más infalibles de lo que puedo ser yo recomendando música. Escribiendo estas líneas me siento incluso como el tipo que simplemente se limita a transmitir de otra forma las palabras de ese demente adicto al metal que tanto respeto. Ese demente que tanto me insistió en los últimos tres años para escuchar a Perpetual Warfare, y muy especialmente su más reciente producción, Earthliens. Impecable en las melodías, la dureza, los momentos de virtuosismo y sobre todo en los cambios de dinámica rápido-lento; lo mejor que puedo decir sobre él es que suena “muy poco colombiano”. El resultado compite a nivel internacional con lo que pongan en frente suyo, alternando entre canciones en inglés y en español como “Alienación”, “Las Venas Abiertas…” o la titular «Earthliens». No tengo idea si es el mejor álbum de metal jamás grabado en Colombia o si puede llegar a serlo, pero incluso manteniendo cierta distancia con el género debo reconocer que es bastante poderoso.

7. Vientre – Semillas

No muy lejanos del sonido de Thursday o Rites Of Spring, Vientre surgió como consecuencia de la separación temporal de Desnudos En Coma y rápidamente se puso manos a la obra para profundizar en algo que la agrupación caleña había incursionado antes: el post-hardcore, pero ahora con matices más definidos y sin tener la misma variedad de recursos de Desnudos. No obstante, el tener un sonido delimitado no juega en contra de su segundo trabajo, Semillas. El saber desgarrar oídos incluso con el freno de mano puesto (“Incessante” es un buen ejemplo) les permite probar con pasajes post-rock o del college rock, siempre pasados por ese filtro abrasivo del post-hardcore hasta dejarnos unas canciones y un estilo más consistentes que en su debut.

6. Encarta 98 – E://98

Aquí comienza a manifestarse eso de la fascinación por el indie rock como factor dominante del 2018 en el rock colombiano. Este cuarteto apareció casi de la nada con un EP donde rinden tributo a elementos que definieron la niñez de sus miembros y la de muchos millenials que crecimos después del 9/11, desde el nombre del mismo hasta el titular a una canción “Emo3000”, pero fuera de eso se tiran a tumba abierta por elementos del noise, el shoegaze y el dream pop con claras deudas a Beach House, dejando claro que entienden perfectamente eso que los motivó a formar una banda en primer lugar. No es casualidad que el tema que cierra este EP tenga coordenadas de ubicación cartográfica, pues los británicos de Wire hicieron lo mismo durante un tiempo.

5. Árboles Vertebrados – Las Olas

Otro EP, ahora de Árboles Vertebrados, agrupación antioqueña que ya apareció en el listado del año pasado con Toxicología. Notablemente más oscuro que ese gran debut en largo, Las Olas revela de todos modos que el acoplamiento del trío continúa mejorando, que la producción al estilo de los sesenta (prolija sin sacrificar naturalidad) sigue siendo su eje, y sus letras ahora son más directas y confrontativas. La sugestión frenética de “Linea De Atención Suicida” se lleva de maravillas con el blues presente en “Ojos Negros” y la acidez de “Holográfico Amor”, configurando un todo apasionante como pocos entre discos que podamos llamar netamente “de rock”.

4. Old Providence – Al Final Sólo Hay Vacío

Volvemos a lo de ser el “tipo que se limita a transmitir las recomendaciones de los amigos”. La persona que me pasó a esta banda sabe perfectamente lo adicto que soy al post-punk (astuto el tipo…) y la verdad es que no pude resistirme a nada de lo que ofrecen en este primer largo. Tras un EP previo más ligado a la idea del post-punk revival, en su primer largo los Old Providence desde Armenia deciden ir a las raíces del gótico sin abusar de las reverberaciones y ofreciendo un repertorio siniestro, crudo, para nada complaciente y revelando a cambio un potencial en vivo impresionante. Los silbidos de “Requiem” bien podrían configurar un hit “subterráneo”, mientras que la titular “Al Final Solo Hay Vacio” es la opresión hecha música, mientras “Bosques” y una nueva versión de “Invierno Rojo” (presente en su EP anterior) son auténticas catarsis dignas del Batcave.

3. Nicolás y Los Fumadores – Como Pez En El Hielo

Hablar de Nicolás Y Los Fumadores es hacerlo sobre una banda que consiguió despertar simpatías apelando a Mac DeMarco como primer punto de referencia. Lejos de ser un ataque, considero que interpretar como nadie sus ideas es algo de lo que deben sentirse muy orgullosos, si bien ya veo venir un distanciamiento de esa dinámica tarde o temprano, pero esa es una cuestión aparte…

No suena muy justo decir que cambiaron la escena nacional con la publicación de Como Pez En El Hielo (es un cambio que se venia gestando ya desde antes), pero ciertamente se han convertido en referentes de este “rock de inspiración millenial” gracias al uso de la cotidianidad como arma. De todos modos es su capacidad para acoplar elementos musicales de los 60s y 70s, las mañas de DeMarco y su fascinación obvia por el college rock lo que lleva a entender por qué han resultado tan reconocidas y coreadas por la gente canciones como “Bailando Triste”, «Corintios», “Bruce y Margaret” o ese ejercicio de 8 minutos en “Brisa” que no se aleja demasiado de las intenciones de catarsis presentes en “The End” de The Doors. No se entenderá de inmediato la importancia de este álbum ni lo grande que es (o puede ser) esta banda, pero presiento que lo mejor de ellos aún está por venir.

2. Espinoza – 2018

Tenía algunas referencias de Espinoza desde antes que pudiera verlos finalmente hace unos meses, en una fría noche de junio en Asilo Bar, pero nada me preparó para la energía tan increíble que desplegaron entonces, ni para ese ingenio tétrico que consiguieron mostrar en su álbum 2018. Puros instintos noise y shoegaze entrecruzados con una frialdad asesina, despiadada e implacable dan paso a ocho canciones que renuevan un estilo que hasta entonces se caracterizaba más por el frenesí que por lo inquietante. Esa calma engañosa de “Global” y la catarsis reprimida de “Luces” son ejemplos de que, afortunadamente, no todo en el rock colombiano decide seguir los cánones de “tocar bien” y que cuando las bandas deciden sólo “hacer ruido” también se pueden salir con la suya.

1. AppleTree – Horas Perdidas

Como explicaba al principio, el 2018 es el año donde finalmente se reconoce ese esfuerzo constante de una serie de bandas (muchas de ellas que venían tocando desde antes de 2010) que con una nueva sensibilidad a bordo se encargaron de lavarle la cara al rock colombiano. Horas Perdidas más que el principio de algo en AppleTree es la culminación de un proceso que llevó un lustro, con una serie de EPs donde pudimos escuchar muchas de estas canciones por primera vez y que se fueron gestando a la par que toda esta movida se iba configurando, una banda a la vez.

Tras despertar la atención de Ken Coomer (conocido por su trabajo como baterista en el Yankee Hotel Foxtrot de Wilco y por producir el primer álbum solista de Chetes) y gracias a su trabajo asesorando y produciendo, las mismas se vieron mejoradas al expandir el sonido del power trío y dotarlo de matices como teclados o guitarras acústicas que enriquecieron las composiciones y le dieron un acabado más, por así decirlo, profesional. Lo decisivo para obtener el primer puesto estuvo en que no sacrificaron su informalidad al dar ese salto de calidad, y por eso todavía “Galatea”, “¿Quién putas es Luis Ángel Arango?”, “Enjambre” o “Nube Blanca” funcionan como lo hacen y que, como Nicolas y Los Fumadores, representan todas las señas de identidad de este nuevo “rock de inspiración millenial”: la cotidianidad como elemento de expresión, las referencias citadinas como gancho, las deudas con el college rock norteamericano, un estilo cargado de más o menos melancolía… Es posible que muchas bandas de las nuevas hubiesen explotado todo esto también, pero la experiencia adquirida de AppleTree les ha permitido interpretar mejor que nadie todo ese bagaje hasta representar este paradigma que podría ver su punto máximo durante 2019.

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